No quiero un burlador…
“Burlar”, en su segunda acepción del diccionario de la RAE: “engañar”, y un poco más adelante, en su quinta acepción: “seducir con engaño a una mujer”. Y os preguntaréis: ¿a qué viene esto ahora? Y es que se me ha ocurrido, tras ver “El burlador de Sevilla” en el teatro Español, cómo es de perverso quien, cuando ama, engaña. Porque no solo burla sino que también miente, confunde, traiciona, decepciona y, en último término, ultraja.
La adaptación de Darío Facal al texto atribuido a Tirso de Molina, nos presenta un Don Juan Tenorio lascivo, carnal, despreocupado y perverso, en una propuesta teatro-video-musical y en verso que no te deja indiferente. (Hasta el domingo, 29 de noviembre, en el Teatro Español).
Parece un juego, pero no lo es, porque las doncellas deshonradas son no solo engañadas, sino heridas en lo más profundo de su ser. Y la herida no tiene cura, hasta que Don Juan arde en los infiernos.
Y si esto me ha hecho pensar en la burla en el sentido de engaño y en la perversidad del que engaña cuando ama, la reflexión me ha llevado a los que nos aman de verdad, sin burla, de frente, con la caricia verdadera y el alma en disposición plena. En el día a día, sin darnos cuenta, parece que no somos conscientes, pero es una suerte tener a alguien a tu lado que te ame de esta manera. A veces nos olvidamos, pero es un lujo y un placer terrenal que no está al alcance todos. ¿Puede un texto del siglo XVII conducirte a esta reflexión? Probad y veréis…
Muy acertada tu reflexión tras la obra. A mí también me hizo revivir la obra de Tirso de una forma mucho más cercana.
Me gustó mucho.
Me alegro de que la reflexión sea compartida 😉
No quiero daros disculpa, que la habrй de dar siniestra, mi sangre es, seсor, la vuestra; sacadla, y pague la culpa.