Candy Crush, ese submundo azucarado
En la semana del Thanksgiving americano y a un mes de la Navidad, he perdido la fe en la raza humana… No es que tuviera dicha fe intacta, no es eso, pero cargando con una barriga de embarazada y unas ojeras dignas del mejor insomne cada mañana, la cosa se ve de otra manera.
Desde que salgo de casa, calculando lo que ocupo actualmente para no chocarme contra seres que corren por la calle sin mirar a donde van, me encuentro con cacas de perro, cajas de cartón, y desechos varios. Los esquivo y llego al metro para entrar en un vagón lleno de zombies que juegan al Candy Crush y no levantan la mirada, por lo que no te pueden ceder el asiento, ya que están dentro de un submundo azucarado que les ha absorbido el cerebro.
No sé si será una sensación, pero me temo que los psicólogos van a tener mucho trabajo en los próximos años. Al fin y al cabo, los humanoides que no levantan la cabeza por ningún motivo y que están abducidos por su dispositivo móvil tienen un serio problema. Y no, no exagero, y no, no era lo mismo cuando jugábamos al tetris en la Game Boy. Si tenéis el placer de echar un vistazo a vuestro vagón de metro cuando regresáis a casa, juzgad vosotros mismos.